Al producirse el ataque de Japón contra los Estados Unidos
el 7 de diciembre de 1941, el gobierno mexicano, cumpliendo los compromisos
contraídos en las Conferencias Internacionales, rompió sus relaciones
diplomáticas y consulares con el Japón, Italia y Alemania y las reanudó con
Inglaterra, rotas desde la Expropiación Petrolera del 18 de marzo de 1938.
México vendía petróleo a varios países siendo su principal
cliente Estados Unidos y sus buquetanques navegaban por el Golfo de México.
Este comercio naturalmente no convenía a las potencias del Eje, motivo por el
cual los submarinos alemanes amenazaron a los buques mercantes de México,
advirtiendo que esta actividad podría tener severas consecuencias.
En mayo de 1942, Alemania torpedeó dos navíos petroleros
mexicanos (el Potrero del Llano y el Faja de Oro) con este hecho se da inicio a
la única participación de México en la guerras mundiales. México por intermedio
de la legación diplomática de Suecia envió una nota de protesta a los países
del Eje, Alemania se negó a recibirla, Italia y Japón no contestaron, por lo
que el Congreso mexicano les declaró la guerra el 22 de mayo de 1942. De fines
de junio a principios de septiembre los U-Boot hundirían 4 barcos más: Túxpan,
Las Choapas, Oaxaca y Amatlán.
Barcos mexicanos hundidos por submarinos alemanes que
provocaron la participación de México en la II Guerra Mundial.
Ante dicha situación, Estados Unidos pretextando la
posibilidad de una agresión por parte del Japón en las costas del Océano Pacífico,
inició discretas gestiones para que se le pemitiera instalar una base militar
en la península de Baja California; como no tuviera éxito, nos dice el
historiador Humberto Musacchio, que se especuló con la posibilidad cierta de
que tratara de ocupar por la fuerza esa parte del territorio mexicano.
El presidente de México, Gral. Manuel Ávila Camacho, se
reunió de inmediato con su gabinete, quienes analizando la situación, tomaron
medidas precautorias reforzando la vigilancia y defensa de las costas del Pacífico.
La responsabilidad de esta misión se le encargó al Gral. Lázaro Cárdenas del
Río quien dio la orden de disparar ante cualquier intento estadounidense de
ocupar tierra mexicana.